"Un día, en su charla locuaz, salpicada de palabras contrahechas, habló de las emisiones de papel moneda: todo lo hacían los burgueses a costa del pobre roto, manso como un cordero, que trabajaba sin protestar, para los de arriba. Los ricos habían especulado; habían querido, en una palabra, hacerse millonarios sin sacrificio alguno, cómodamente sentados en los sillones blandos de sus palacios, y cuando su ambición y sus vicios les trajeron al suelo, pedían en gritos angustiosos desde la prensa y en las Cámaras esa nueva emisión de papel moneda que les volvería a levantar y que pesaría infaliblemente sobre los de abajo, sobre los pobres rotos eternamente oprimidos, que seguían sumisos, entregados a las faenas diarias como un rebaño inconsciente que no tenía derecho a alzar su voz en el concierto social."
—Joaquín Edwards Bello, El Inútil, 1910.
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